domingo, junio 09, 2013

La pastora Amalia y yo

Mi madre, la pastora Amalia,
montó una iglesia para la gloria
del Señor. De sus tres hijos sólo le queda
uno vivo. Éste se empeña en escribir
poesía: mancha papeles con mala letra,
garabatea travesuras en archivos de Word.
Qué bonito: ¿no te da vergüenza
Máximo Ballester, hijo de una gran
pastora? Qué dirá su rebaño. Qué dirá
el Señor. Un buen día, Amalia, no sé cuándo,
todas las ovejas descarriadas subirán al cielo.
Entonces lloverá lana. Se tejerá con empeño.
Los pastores del mundo repartirán los abrigos,
y dirán que es un milagro. 

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